Bramo trabas que me abruman y reverberan en mi cerebro, reventando al rebotar. Y barrunto proverbiales desventuras que se vierten sobre mí y como brea hirviente me evisceran. Y advierto batracios brotando en tromba de mi vientre, devorando membranas y venas, desmembrándome vivo.
Y te beso.
Y floto, y festejo fuegos fatuos, y alcanzo solaz; lejos de los brutos barrotes de bronce y cobre que cubrían de bridas mis brazos.
Afuera, por fin, la luz.
Fuera, por fin, de mí.