Para mí solo hay dos tipos de personas —dijo él.
—¿Cuáles?
—Las que sí y las que no.
—Tonterías —le respondió— ¿Podríamos seguir hablando?
Y fueron a tomar café.
Y fueron pasando los días.
Y fueron al cine.
Y fueron pasando las semanas.
Y fueron, por el simple hecho de ir, a cualquier lado.
Y el tiempo dejó de pasar.
—¿Sigue habiendo solo dos tipos de personas para ti?
—Sí —respondió él— Tú y el resto.
Y ella se sintió culpable.
Y dejaron de ir a cualquier lado.
—Para mí solo hay dos tipos de personas —dijo él.